
El Festival de cine de Málaga, una de las citas ineludibles del año para cualquier seguidor del cine español, se encuentra inmerso en pleno ecuador de su vigesimoquinta edición. A lo largo de este último cuarto de siglo, el certamen ha ido creciendo en tamaño y en notoriedad hasta convertirse en el principal punto de encuentro del sector durante el primer semestre del año. En Cinespain no nos lo hemos querido perder y hemos viajado unos días a la capital de la Costa del Sol para comentar lo que nos ha deparado la programación malagueña.

Comenzamos el repaso de la Sección Oficial con “El test”, el nuevo trabajo del director más prolífico de nuestra industria: un Dani de la Orden que tras presentar en 2021 dos películas se prepara para acometer otro doblete en 2022 con “42 segundos”, la historia de nuestra selección olímpica de waterpolo, y esta cinta presentada en el Festival, en la que vuelve al género en el que se siente más cómodo: la comedia. De la Orden regresa a Málaga 3 años después de competir con “Litus”, que compartía con “El test” su origen teatral y un guion firmado por el propio autor de la obra que es adaptada.
La traslación a la gran pantalla por parte de Jordi Vallejo mantiene, como no podía ser de otra forma, el encierro de un cuarteto formado por dos parejas que al más puro estilo “Un dios salvaje” no podrán abandonar la casa sin antes resolver el gran dilema que propone la película: ¿qué escogerías, cien mil euros ahora o un millón dentro de diez años? Alberto San Juan ejerce como retorcido anfitrión que decide jugar con sus invitados y ponerlos al límite. Este tipo de películas se lo juegan todo al talento de sus actores y la capacidad de su guion para extender su premisa y ofrecer momentos ingeniosos durante todo el metraje. Por lo que respecta a lo segundo, lo cierto es que la película tiene unos cuantos momentos verdaderamente divertidos y logra con creces el propósito de pasar un buen rato a la vez que los reproches y revelaciones van subiendo el tono y desquiciando a sus personajes. Sí es cierto que la trama se alarga en exceso, y es que algunos añadidos como la aparición de Antonio Resines, un personaje que no estaba en la obra original, suponen que el conflicto principal se estire sin más, sin que haga avanzar la historia ni su llegada tenga repercusión sobre el resultado final. La cinta tiene sus puntos fuertes en los momentos en que enfrenta a los personajes ante sus propias contradicciones y en los que los diálogos sobrevuelan con rapidez y malicia, antes de que llegue un tramo final más histérico. En cuanto a los intérpretes, quien maneja mejor el tono de la película es Carlos Santos, un actor camaleónico que aquí está estupendo en un papel de desastroso marido con un punto tóxico habituado a manipular y engañar a su mujer. Quien más nos hizo reír, sin embargo, fue como no, Miren Ibarguren, que si bien no se la termina de ver del todo cómoda en su papel, mantiene esa habilidad deslumbrante para introducir pequeñas píldoras humorísticas que desconciertan porque parecen improvisadas en el momento. “El test” reúne el perfil de peli que consigue premio del público, pero que no tendrá presencia alguna en el palmarés oficial.

El teatro Cervantes también vio la puesta de largo de “La cima”, nueva cinta de Ibon Cormenzana, el director de “Alegría, tristeza”, unos días antes de su llegada a los cines españoles. La principal peculiaridad de la película es su apuesta por un género tan poco explorado en nuestra industria como es el cine de aventuras. “La cima” es una historia de supervivencia ambientada en el Annapurna, una de las montañas más peligrosas del planeta, a la que llegará Mateo (Javier Rey) con el reto de alcanzar su cumbre como forma de dar cumplimiento a una promesa del pasado que le atormenta. En su hazaña coincidirá con Ione, una alpinista de éxito que vive aislada del mundo tras haber perdido la motivación por la escalada. “La cima” toca todas las teclas que podíamos esperar: ambos personajes tienen un drama personal que condiciona sus actos (aunque en el caso de Ione apenas es esbozado) y la historia sirve como marco para que presenciemos su evolución y cómo el encuentro con el otro transforma su manera de ver el mundo. En ese sentido la película no puede ser más clásica, y el guion se queda en poca cosa en cuanto a profundidad, pero la calidad de la producción bien merece un visionado. El trabajo de maquillaje es espectacular, con una transformación del rostro de los personajes según avanza el tiempo en ese gélido ambiente, que llega a contagiar la sensación de frío al espectador. También el trabajo de efectos visuales es muy destacado, consiguiendo la inmersión total en una alarmante tormenta de nieve.
Javier Rey y Patricia López Arnaiz asumen el reto de echarse sobre sus hombros una película de sólo dos personajes y ambos demuestran por qué son dos de los actores más solicitados en la actualidad. Rey sabe transmitir la determinación y el ahínco de su personaje, pero su compañera López Arnaiz va un paso más allá y está soberbia. No solo borda el complejo cuadro anímico de su personaje, instalado en la depresión y el vacío, sino que su trabajo ayuda a hacer creer la evolución que experimenta. El primer plano sostenido con el que cierra la película es propio de una actriz grande.

Y llegamos al plato fuerte del Festival: Alcarràs. La presencia de la película de Carla Simón en la Sección Oficial no solo se esperaba con ansia por provenir de una ganadora previa de la Biznaga de Oro: “Alcarràs” llegaba precedida por el Oso de Oro del Festival de Berlín, el primer triunfo del cine español en uno de los 3 grandes festivales internacionales desde 1983. Su rotundo éxito en la Berlinale implicó que la organización del certamen malagueño y los productores de la película acordaran que lo más idóneo es que la cinta fuera presentada fuera de concurso, una decisión que consideramos muy acertada.
Ver «Alcarràs» en el festival ha sido tener la sensación de estar presenciando el nacimiento de un clásico. La autenticidad y naturalidad que respira el film de Simón tiene algo que roza la magia: el filme es todo un estudio de la realidad del mundo rural narrado con una sensibilidad apabullante y un nivel de detalle increíble. La cinta muestra el día a día de una familia de una pequeña localidad al oeste de Lleida dedicada desde siempre al cultivo de melocotones. Dicho así, puede parecer una película no demasiado atractiva, y seguramente habrá quien no entre en una propuesta que transmite la cotidianidad mejor que cualquier documental, pero el gran mérito de la propuesta es cómo convierte una historia tan autóctona, tan propia de un entorno muy concreto, en algo universal, que conmueve a base de verdad.
A diferencia de las otras dos películas mencionadas en esta crónica, Alcarràs no es una cinta de pocos personajes: la familia Solé se compone de 13 miembros (lo que provoca que pasen bastantes minutos hasta que consigamos situarnos y entender quién forma parte de cada núcleo familiar) pero el minucioso guion consigue la proeza de mostrar la personalidad de cada uno con unas pequeñas pinceladas, y que entendamos el comportamiento de cada personaje. Hay tres personajes masculinos que vertebran la película: abuelo, padre y nieto, y en sus reacciones se identifican las tensiones entre generaciones, las distintas formas de ver el mundo, y los inevitables choques ante una modernidad que no todos quieren vivir. La autenticidad de los miembros del reparto, todos actores no profesionales, es otro aspecto más de la película que solo se puede calificar de prodigio: descubrir que ninguno de los personajes de la historia son familia en la vida real deja con la boca abierta.
Alcarràs tiene cosas en común con “Verano 1993” como esa mirada hacia la infancia, la visión del mundo rural (nuevamente esa verbena de pueblo, en la que no habría extrañado que hubiera aparecido la pequeña Frida) o esa contención que acaba resultando demoledora, pero es más ambiciosa por su visión más amplia de las relaciones familiares, y también porque asume un mensaje rotundamente más político. Sin duda no solo es un paso adelante en la carrera de su creadora, sino también un punto álgido para toda una cinematografía. Ver esta película en un pase con público donde algo especial iba contagiando a los espectadores, y observar la sincera emoción del reparto de la peli al recibir la ovación del público ha sido una experiencia inigualable. Sí, puede que el término “la magia del cine” esté demasiado manoseado y suene a tópico, pero momentos así sirven para recordarnos por qué este arte se volvió universal.
JAVIER CASTAÑEDA
Grata sorpresa fue para mí ‘Alcarràs’ en el festival de Málaga. Me encanta ir sin muchas expectativas a ver una película y que me encante como me pasó con esta película. Ojalá acabe Carla Simón y todo el equipo en la próxima gala de los premios Oscar.
‘La cima’ nos ofrece una película de aventuras bastante bien hecha en la que ambos actores llevan todo el peso de la película de un modo bastante solvente, destacando a Patricia López de Arnáiz y, como bien dices, los efectos especiales y el trabajo de maquillaje.
‘El test’, o cómo Dani de la Orden no para de trabajar y hacer una película detrás de otra sabiendo entretener y divertir al público. ¡Qué risas! Estoy totalmente de acuerdo en que interpretativamente destaca Carlos Santos. Y Miren Ibarguren es una gran actriz que ha nacido para dedicarse a la comedia totalmente.
Muy recomendadas las 3 películas.
#25FestivalMálaga
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[…] de superación con dos de nuestros actores más en forma: Javier Rey y Patricia López Arnáiz. En nuestra crítica desde Málaga destacamos su magnífico aspecto técnico y las interpretaciones de su pareja […]
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