
El trayecto en taxi de Diego y Elena (Alberto Ammann y Bruna Cusí) hacia el aeropuerto ofrece una breve visión exterior, casi liberadora, de las Ramblas de Barcelona. Pero a su vez ejerce de excelente preludio del claustrofóbico periplo que está por venir, reflejando la tensión y nerviosismo de antes de viajar que a todos nos resultará familiar. Y es que, desde el primer minuto, Upon Entry (Alejandro Rojas y Juan Sebastián Vasquez) logra que nos identifiquemos con ese tipo de emociones y sintamos esa misma incomodidad, pero esto es solo el comienzo.
Él urbanista venezolano, ella bailarina catalana (subrayemos ese gentilicio). Acaban de emprender el viaje más importante de sus vidas hacia «la tierra de las oportunidades» para desarrollar sus carreras y formar una familia. Al llegar al control de pasaporte todo se complica, dando paso a un exhaustivo control de inmigración en el que se someterá a la pareja (y al espectador) a una presión insoportable.
Desde su minimalismo y aparente sencillez, la película conforma un thriller en el que impera la credibilidad, sabiendo moverse en un fino halo de cotidianidad sin caer jamás en ningún tipo de exceso dramático. El montaje y guion resultan milimétricos, destacando la evolución de los personajes a medida que los interrogatorios van descubriendo revelaciones que marcarán de por vida a la pareja.
La crítica al sistema resulta demoledora. Nos indigna observar un proceso en el que abundan preguntas de índole personal y técnicas desestabilizantes, bordeando la tortura y vulneración de derechos. También subyace un racismo latente hacia él, venezolano, un tipo de racismo que nos recuerda al que se observa en España.
La película no sería posible sin la excelsa interpretación de Alberto Ammann y Bruna Cusí, ambos impecables en sus diferentes formas de gestionar la situación: él desde el miedo de quien sabe lo que es vivir entre barreras, ella desde una óptica occidentalizada, sin entender ni aceptar lo que ocurre. Muy destacable también el trabajo de Laura Gómez (Orange Is The New Black), agente implacable que, para más inri, es también latina.
Por último, el film ejerce de bálsamo y casi rara avis en un contexto donde en el nuevo cine español abunda lo contemplativo y esa necesidad de hacer ver y extraer conclusiones al espectador a través de largos silencios. Aquí se imprime una envidiable agilidad gracias a un preciso montaje al que no le sobra un segundo. No podemos dejar de aplaudir su metraje de 74 minutos de buen cine que al espectador se le pasarán volando.
Llegará a los cines el próximo 16 de junio.
Puntuación: 7