
El buen año para los directores noveles (es la primera vez en la Historia de los Goya que dos óperas primas consiguen la nominación a mejor película) ha dejado algo desangelada esta categoría, lo que los académicos aprovecharon para romper las quinielas y depararnos un inesperado cuarteto de nominados en el que figuran dos nombres con los que casi nadie contaba. Icíar Bollaín parte como favorita para hacerse con el premio pero no sería de extrañar que la Academia vuelva a sorprendernos.
JUANMA BAJO ULLOA, por Baby
3ª nominación / 1 Goya

A favor: Si el cine avanza es gracias a cineastas que se arriesgan e intentan explotar nuevas narrativas. Sin lugar a dudas, la apuesta más arriesgada del cuarteto nominado es la de “Baby”, una cinta casi suicida en la que no hay diálogos y sí continuos simbolismos. En esta fábula macabra, Bajo Ulloa imprime toda la fuerza posible a las imágenes y demuestra que continúa conservando su talento para crear momentos visualmente muy potentes, como el del chupete saliendo a flote en el intento de suicidio o la de joven Mafalda Carbonell entre los diferentes muñecos y juguetes. Su imaginación también lleva a un diseño inolvidable de los personajes, como ese ser albino escalofriante que encarna Natalia Tena. Por si fuera poco, su perfeccionismo es apreciable en lo cuidado del diseño de sonido, que utiliza para potenciar su mensaje y las sensaciones que desea transmitir. Todo un ejercicio de estilo de los que de vez en cuando los premios cinematográficos se acuerdan.
En contra: En 35 años de Goyas sólo un director ha conseguido ganar la estatuilla sin estar su película nominada. Fue el José Luis Garci de “Asignatura aprobada”, en una época tan lejana que resulta prehistoria de los premios y con una Academia tan diferente a la actual que ni podemos considerarlo un precedente válido. El Bajo Ulloa que enamoró a la industria en los primeros años 90 ya queda muy lejos, y en el recuerdo colectivo están más presentes horrores recientes como los de “Rey gitano” o “Frágil”. Incluso en esta película también inserta algún momento tan grotesco que llega a resultar sonrojante. Su trabajo también tiene un marcado tono pretencioso y la propuesta acaba haciéndose larga, marcada por el hecho de que la parte de terror puro en la que se adentra la película en su segunda mitad funciona mucho menos que el drama. También abusa de la reiteración, con las constantes entradas y salidas de la casa por parte de la protagonista, así como con los repetitivos planos de la naturaleza.
ICÍAR BOLLAÍN, por La boda de Rosa
5ª nominación / 1 Goya

A favor: Le ha sentado de maravilla alejarse (profesionalmente) de Paul Laverty tras las fallidas “Yuli” y “El olivo” y reencontrarse con Alicia Luna, la colaboradora con la que co-escribió la mejor película de su carrera: la extraordinaria “Te doy mis ojos”. De sus manos ha salido la premisa más original e inspiradora de las candidatas, y que pese al riesgo de que pudiera resultar ridícula, se desarrolla con una naturalidad admirable. Con su mirada tras la cámara cercana y llena de espontaneidad le bastan unos pequeños detalles para transmitir la esencia de cada personaje. En esa escena en que Rosa le recrimina a su padre que, a diferencia de sus hermanos, no le haya ayudado a empezar una vida nueva, condensa en unos segundos las decepciones de la protagonista y el egoísmo de su entorno. Ante el previsible Goya de dirección novel para Pilar Palomero, los académicos pueden tener difícil resistirse a la poderosa imagen de dos mujeres ganando sendos Goyas en las categorías de dirección, y con Bollaín tienen la mejor opción. Su trabajo es casi balsámico, un canto al amor propio que con su luminosidad nos contagia su reflexión de la necesidad de romper con aquello que nos ahoga y de aprender a querernos.
En contra: Parece que flota en el ambiente la sensación de que el suyo es un trabajo menor o al menos no lo suficientemente relevante como para ser merecedor de un segundo Goya a la mejor dirección. La película es menos lucida desde el punto de vista formal que otros trabajos pasados de la directora, más ambiciosos técnicamente. También ha sido acusada de estar invadida por un espíritu Mr Wonderful que puede resultar algo empalagoso para ciertos espectadores.
SALVADOR CALVO, por Adú
2ª nominación / 0 Goyas

A favor: Es un hombre de industria que ha trabajado como realizador de innumerables series, lo que le habrá permitido conocer a numerosos profesionales del sector, que al fin y al cabo son los que votan. La simpatía que la Academia siente hacia él se confirmó el año pasado con su nominación en la categoría de Mejor Cortometraje. Calvo demuestra un buen manejo de la puesta en escena y resalta su buen hacer frente a la cámara en la secuencia en la que un grupo de migrantes subsaharianos trata de saltar la verja de Melilla, un momento lleno de tensión en el que sabe transmitir la angustia y desesperación de una situación límite.
En contra: También es responsabilidad suya la escena más inclasificable del año, ese momento que ocurre en un avión que nos dejó incrédulos sin saber si debíamos reír o llorar con lo que acabábamos de ver. Su trabajo es muy irregular, ya que dos de las tres historias que componen la cinta abusan de tópicos y resultan intrascendentes. Especial mención merece la historia protagonizada por Tosar y Castillo, ya que no se entiende su inserción en la película por la manera en que diluye la trama central. En esta última década hay varios casos como el suyo de directores que tras perder el Goya de dirección novel, lograron con su segunda película ascender a la categoría superior (Mateo Gil, Pablo Berger, Paula Ortiz, Rodrigo Sorogoyen). Todos acumularon una segunda derrota.
ISABEL COIXET, por Nieva en Benidorm
6ª nominación / 2 Goyas

A favor: Es adorada por una Academia que además de sus dos Goyas a mejor Dirección, le ha otorgado otros tres por su labor como guionista y dos más en la categoría documental. En parte esto es debido a su indudable estilo personal, de forma que incluso cuando la película pincha, como es este caso, reconocemos en cada secuencia que ella está detrás de la cámara. Y como es habitual en ella, su punto fuerte está en las escenas más íntimas. En su retrato de esas dos almas que están tan solas y faltas de afecto, está la melancolía latente que siempre adorna su cine, con momentos de tanta sensibilidad como el vivido dentro de una atracción de feria abandonada o tan juguetones como el del restaurante en el mirador enseñando a comer gambas. También sale muy airosa de los aspectos más estrafalarios, haciéndonos un curioso recorrido por los puntos más pintorescos de Benidorm y lo que se esconde tras sus luces de neón. La escena del espectáculo de la acróbata vaginal, bien acompañada por la irrepetible voz de Mina, produce una sensación que roza lo hipnótico. Isabel Coixet nos gusta hasta cuando nos dice que podría haber dirigido una peli ganadora de cuatro “Óscares”. Aquellos fans de las frases imposibles que adornan su filmografía cuentan con una nueva cita para la colección en ese intenso momento, tan marca de la casa, en el que Sarita Choudhury lamenta: “Necesito saber que si muero, alguien estará allí para cerrarme los ojos”.
En contra: Pese a que los repartos de las películas de Coixet tradicionalmente funcionan como un reloj suizo, su trabajo de dirección de actores presenta dos reparos en esta ocasión. Por un lado, en lo que respecta a un fallido Timothy Spall que se pasa las dos horas de metraje con la misma cara. Por otro, el error de casting cometido con Carmen Machi, que a pesar de que la adoramos, resulta inadecuada para el papel, no solo por su terrible pronunciación en inglés. Tampoco funciona cuando Coixet trata de convertir la película en una historia de misterio; toda la trama relativa al hermano desaparecido del protagonista hace aguas.
JAVIER CASTAÑEDA
Como me gustaría que la academia premiase a Juanma Bajo Ulloa. Su trabajo en Baby es imprescindible para la propia película.
Además, ya se dejaron fuera trabajos más estimulantes como el de Luis López Carrasco por El año del descubrimiento, que tenía una gran propuesta digna de mención.
Yo también creo que ganará Bollaín, es una película simpática y ella es una figura importante. A nadie le va a molestar pero también creo que La boda de Rosa tiene virtudes como el reparto o la idea. La dirección se me queda más anecdótica.
Enhorabuena por estos artículos Javi, cada año mejor!
Me gustaMe gusta
Que maravilla que recuerdes y señales el precedente de Garci por Asignatura aprobada, no había caído, sólo alguien con tanto conocimiento y memoria podría destacarlo de manera tan pertinente.
El texto de a favor de Coixet es ARTE
Me gustaMe gusta
Estupendo análisis, una vez más, con datos y estadísticas que no podrían encontrarse en ningún otro lugar. De entre los cuatro, ciñéndose a la dirección, me quedaría con el personal y atrevido trabajo de Bajo Ulloa, aunque creo que ganará Bollaín.
Me gustaMe gusta